..........Los primeros fabricantes de refrescos y los primeros tiempos de los vinos espumosos españoles

Dice la leyenda que el Champaña fue conocido por los españoles durante la guerra contra Napoleón, ya que tanto él como sus oficiales, eran devotos de este vino. Pocos años después, durante la segunda ocupación militar francesa (1823-1827), en la que nuestros vecinos se convirtieron en aliados de Fernando VII, las modas francesas penetraron en la sociedad española, y con ellas, también sus preferencias gastronómicas.
El Champaña se convirtió, en los años siguientes, en la bebida insustituible de los grandes banquetes y pasó a estar presente en multitud de confiterías y tiendas, aunque siempre destinado, debido a su precio elevado, a las clases pudientes. Por esa razón se planteó la necesidad de elaborar vinos en España con las mismas cualidades que el espumoso francés.

Los libros de enología de la época ya recogían, de forma muy simplificada, la forma de elaborarlos, pero antes de que los primeros bodegueros se metieran en faena, los primeros fabricantes de refrescos, que disponían de tecnología para gasificar líquidos, les tomaron la delantera.

Diario de Avisos de Madrid, 01/03/1844

De hecho, los dos primeros elaboradores de vinos espumosos identificados como tales, Andrés Ansaldi y Juan Naully, ambos de Barcelona, eran fabricantes de bebidas carbónicas (véase la entrada dedicada a las primeras fábricas españolas en este blog). Es cierto que estos vinos nacionales se vendían a un precio inferior a los importados desde Francia, pero gozaron de gran éxito, ya que el público estaba ávido de poder disfrutar del ritual de fiesta que la bebida implicaba.

Los aparatos destinados a producir Agua de Seltz en el hogar también eran utilizados para la fabricación "del más exquisito champaña", como rezaban sus publicidades.

Publidad del Seltzógeno Briet. Diario La Época 10/08/1855

Publicidad de los Sparklets. El Imparcial 08/04/1899
La inyección de gas carbónico en el vino fue difundida por enólogos tan conocidos en Cataluña como Josep Roura o el farmacéutico Bonaventura de Castellet, que vieron una oportunidad importante de negocio y una vía de salida de los vinos catalanes. Por ello, la tecnología de las fábricas de refrescos entró en las bodegas. Castellet recomendaba el aparato inventado por Ozouf, perfeccionado por Cazaubon, utilizando siempre vinos de buena calidad después de tenerlos en reposo entre seis y ocho meses. Con ellos se obtenía, según él, una imitación exacta del legítimo vino de Champaña, consiguiendo de 1.000 a 1.500 botellas al día. Aunque ninguno de estos vinos llegó a ganar ningún premio ni apareció ninguna marca de prestigio, no cabe duda de que estos primeros vinos espumosos de producción nacional, consiguieron una democratización de las burbujas en los banquetes españoles.

Sería a finales de la década de los 60 del s. XIX cuando la imitación de los espumosos franceses incluyó el tradicional método "champenoise", al principio utilizando las mismas variedades de uva que ellos, y faltarían unas décadas más para que se impusieran las variedades autóctonas, con lo cual el cava adquirió personalidad propia.

Fuentes:
Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España
Giralt i Raventós, Els Inicis del Cava: Mont-Ferrán. Caves Mont-Ferrán, Blanes. 1998

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