..........El sifón sin cabeza

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El incansable Miguel Ángel Martínez Coello (al que nunca me cansaré de agradecer sus aportaciones) vuelve a la carga, esta vez descubriéndonos de forma divertida un modelo de sifón muy peculiar que, aunque estuvo bastante extendido, tuvo una vida efímera.
Artículo publicado en El Faro de Vgo el 22/10/2017.



El sifón sin cabeza


Si hay algo que hasta la fecha me había intrigado era lo de… el sifón sin cabeza. No podía imaginar en qué consistía el invento, porque no llegaba a comprender cómo se podría escanciar el líquido que contenía, sin tener un mecanismo en la cabeza que permitiese el control de la salida del mismo. 
Era como si el mismo sifón hubiese decidido auto-determinarse en república independiente, tan de moda en la actualidad,  para confundirme y tener que forzar mi capacidad de raciocinio hasta el borde del colapso mental, vamos, como si prescindiese de la cabeza como elemento imprescindible de práctica utilidad para ir por libre y que la preciosa agua de seltz contenida en el recipiente pasase directamente al paladar del consumidor como por arte de magia, sin pasar por la cabeza escanciadora. 



Imagen del sifón sin cabeza


Pero afortunadamente la solución llegó finalmente en forma de folleto publicitario en el que se explicaba con meridiana precisión la solución a las dudas que desde hacía tanto tiempo me habían atormentado.


No sé cuál sería la razón del creativo del “Sifón sin Cabeza SL”- Barcelona, ubicado en Av. José Antonio 622, entlo. 1ª, pero sabido es que en Cataluña siempre hubo un talento comercial innato quizás heredado del roce fenicio y del afán innovador de sus paisanos. Por otra parte, también hay que decirlo, la limpieza del grifo escanciador siempre fue una asignatura pendiente del fabricante que brilló no por su limpieza, sino por todo lo contrario. Este invento por lo tanto permitía al ama de casa o usuario del ramo hostelero, disponer individualmente de la parte de “la cabeza del sifón” que disponía de la manilla de apriete para liberar la válvula que contenía la presión del gas, y así poder derramar en el vaso el líquido elemento, dicho en otras palabras, del grifo del sifón. El artilugio consistía en una llave o espita que se roscaba en un cabezal que traía el propio sifón “sin cabeza”, de manera que al ejercer presión en la manilla liberaba la válvula interna que habilitaba el funcionamiento del mismo como grifo del sifón. 


Partes de un sifón sin cabeza
                                                                                                                                                           

El folleto publicitario rezaba así:

Una idea feliz. Con miras a proporcionar a Ud, una fuente saneada de ingresos y a su clientela el delieite de su Agua de Seltz envasada en vehículo que reuniera las máximas garantías higiénicas, ha sido organizado en España el servicio “SIFÓN SIN CABEZA” del que podrá Ud. beneficiarse a partir de este instante, Su estimada clientela podrá saborear sus mezclas a placer con total garantía de salubridad, por cuanto el sifón llegará a sus manos herméticamente cerrado y lo que es más esencial, desprovisto de cabeza pública, para que en defensa de su salud, utilice la que Ud. para su uso exclusivo le habrá proporcionado anticipadamente. “SIFÓN SIN CABEZA” – “REGIO”, es una creación que está amparada por las patentes de invención núms. 178420 y 207263 apoyadas con las ventajas de otras vigentes y muy experimentadas… AGUA DE SELTZ SANA!!! “SIFÓN SIN CABEZA” LA PROTEGE.




Folletos publicitarios del sifón sin cabeza


La comercialización del invento del sifón “Regio”, se distribuyó en un principio sólo con la serigrafía de El sifón sin Cabeza y su mecanismo sin la marca de la casa llenadora, pero a continuación fue compartida con el marcaje de la planta de seltz correspondiente a la ciudad con la que compartía la patente. De esta forma en Barcelona lo comercializó Espumosos Ciclón, Espumosos Vimbodi en Lérida, El laurel de Baco en Madrid, Quiñones en Vigo, La Flor de Julio en Asturias… etc… incluso el concesionario Ignacio Planell de Suria grabó a la arena su sifón con la publicidad de “El sifón sin cabeza”.


Sifón sin cabeza grabado a la arena


El caso es que el invento no prosperó… eso de comprar el sifón y después tener que andar buscando el grifo para roscar... vamos, era como una declaración ambigua de independización sifonil….


Miguel Ángel Martínez Coello

Fotografías propiedad del autor del texto


..........Los sifones de Lelo

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Los sifones de Lelo es un delicioso librito escrito por Miguel A. Fuente Calleja, en el que el autor transcribe sus conversaciones con Aurelio Antidio Cuesta Martino, alias Lelo, sifonófilo (¡¡qué gran palabra!!) y como consecuencia de ello, uno de los mayores coleccionistas de sifones del país.

Portada del libro "Los sifones de Lelo"


La afición de Lelo por los sifones procede de su actividad como fabricante, primero en la empresa familiar de Xixún, propietaria de la marca "La tropical", y después, ya independizado de ella y en Pola de Siero, con la marca "La cotorra" (existente desde 1921, con productos tan originales como un "champagne de frutas"), que todavía se mantiene para los sifones, aunque ahora embotellados en Noreña.

Aurelio Antidio nació en 1932, por lo cual ha conocido marcas hoy desaparecidas y la evolución del mundo de las bebidas carbónicas, desde la gaseosa de boliche hasta las actuales botellas no retornables, del reparto en un carro tirado por caballo hasta los vehículos a motor, los duros años de la posguerra y los años de apogeo. Su memoria privilegiada recuerda perfectamente los nombres de las más de doscientas fábricas que hubo en Asturias y que hoy han desaparecido.

Producto embotellado con la marca "La Cotorra": Champagne de frutas


Precisamente con el declive de esas fábricas, hacia 1975, comenzó su colección. Algunos le llegaron regalados, y con otros fabricantes hacía un trueque: él los rellenaba y arreglaba, y en  vez de cobrar, se quedaba con un porcentaje de las botellas. Así hasta reunir los 23.000 ejemplares de que consta su colección, ninguno comprado, como afirma orgulloso. Lelo tiene su exposición de sifones y curiosidades en La Pola, donde todavía se entretiene reparando sifones, y aunque no cobra nada, siempre se queda con su "maquila", que en este caso, en vez de consistir en harina, son botellas de sifón. Allí, en el antiguo local de su fábrica, recibe encantado a gente llegada de toda España, así como a periodistas y fotógrafos que acuden interesados por su colección. Para el asombro de todos ellos pone en marcha la antigua máquina de llenar de sifones.

El mayor deseo de Lelo sería poder exponerlos en un lugar más adecuado y se lamenta de que en España, a diferencia de otros países, no exista un museo del sifón, deseo en el que le acompaño.



Imagen del libro: camión de reparto de Lelo


Mi agradecimiento a Miguel Cuesta Viso por hacerme llegar el libro, editado por Almacenes Lelo, de donde proceden las fotografías.

..........Hemingway y el Hotel Suizo

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Así somos algunos coleccionistas, que más que acaparar, lo que buscamos es conocer la historia que se esconde detrás de cada objeto. Mi más valioso colaborador, Miguel Ángel Martínez Coello, parte de un sifón para llegar nada más y nada menos hasta  Ernest Hemingway y sus estancias en Galicia. Como siempre, mi más profundo agradecimiento.Este artículo fue publicado en El Faro de Vigo el 13/10/2017.



Hemingway y el Hotel Suizo

En estos días viene que ni pintado el nombre de Ernest Miller Hemingway por la huella y los recuerdos entrañables que el escritor de Oak Park (Illinois, EE UU), dejó en todas las ciudades de España donde vivió y sobre todo en Galicia. 

Los dos veranos de 1927 y 1929 que disfrutó en Galicia en el Hotel Suizo de Santiago de Compostela, fueron la fuente de inspiración para su obra “Adiós a las armas” debido a la íntima relación que Hemingway sintió con la Galicia de entonces. Hoy, en el remodelado Hotel Suizo de la Plaza de Mazarelos, una silla vacía evoca su recuerdo y el espíritu del genial escritor que vive aún entre esas paredes, compartiendo tertulia con un joven Torrente Ballester o con su paisana Ruth Matilda Andersen, al calor de los buenos vinos y de otros deliciosos productos gallegos. El caso es que Carlos Casares, nuestro homenajeado “…das letras Galegas do presente ano ”, fue un admirador del premio Nobel norteamericano por su relación directa con Galicia, dedicándole el libro “Hemingway en Galicia” (Galaxia 1999). 
En el libro de cartas,“Selected Letters”(1981), editado por la fundación del escritor en su pueblo natal, Hemingway relata en una de ellas que dirige a un amigo, los muchos viajes que hizo a La Coruña, Orense, Vigo y Noya, y en otra recomienda a su compañero de profesión John dos Passos que vaya a Galicia por mar y que en Vigo tome un taxi para trasladarse a Santiago, pero que antes se desvíe a Noya porque le iba a gustar muchísimo… Para Hemigway, Santiago de Compostela era la ciudad más hermosa que había visto jamás… 
Cuando llegó a Vigo relató… “las montañas llegan hasta el mar, parecen dinosaurios dormidos…”  y al observar la lucha de los pescadores de la ría capturando atunes, descubrió al héroe que andaba buscando, esa fuerza física y humana que siempre admiró desde niño y que unido al culto por el alcohol, conformaban gran parte de la filosofía de su vida. En “El viejo y el mar”, pone en evidencia a los pescadores que vio en la ría de Vigo en el 1921, aunque trasladado al Caribe en forma de un pescador que captura un auténtico monstruo submarino con el que lucha con fiereza, en un esfuerzo desigual entre el hombre y la naturaleza. Sobre esta búsqueda su mujer le dijo…“no te afanes más en buscar cuál es el verdadero español, porque el verdadero español eres tú”.

Ernest Hemingway visto por el autor de este artículo, Miguel Ángel Martínez Coello


El Sifón del Café Suizo
El 3 de junio de 1845, dos suizos, Pedro Fanconi y Francisco Matossi inauguraron el primer Café Suizo en Madrid y a partir de ahí fueron sembrando cafés “Suizo” por las más importantes provincias españolas como Bilbao, Burgos, Zaragoza o Santander. Sus exquisitas decoraciones, las mesas de mármol, el color escarlata de las paredes, los espejos... así como los mejores materiales de la época, eran todo un referente de lujo y distinción. Durante 1860 se hizo famoso el café por su chocolate, café doña mariquita y su esmerado servicio, además de albergar las tertulias y servir como “tribuna pública” para enterarse de las últimas noticias de primera mano. Más tarde fueron incorporando la oferta del Hotel por las ciudades que ofrecían más posibilidades de negocio, como el Hotel Suizo de Santiago de Compostela, el Café Suizo de Vigo o el Hotel Suizo de Ferrol, que está aún en pleno funcionamiento. El Hotel Suizo de Santiago de Compostela data de 1904, estaba ubicado en el número 18 de la calle Cardenal Paya en una esquina de la plaza de Mazarelos y era propiedad de Antonio Mengotti y más tarde de su hijo Alfredo.

Café Suizo de Santiago, postal propiedad de Miguel Ángel Martínez

Sin embargo la aparición del sifón del Café Suizo de Santiago de Compostela, aunque en principio fue sólo producto de un descubrimiento casual, se convirtió en una investigación en toda regla motivada por la relación del Hotel Suizo con Hemingway. Aprovecho para recordar que llevo cultivando la afición por la investigación sobre las fábricas de Seltz, gaseosas, cervezas  y aguas minerales de Galicia,  que publico en El Faro de Vigo y otros medios, lo que llevó a que el encuentro con este sifón fuese algo más que un simple encuentro.

Sifón perlado de color rosa y estampado al ácido del Café Suizo. Fotografía: Miguel Ángel Martínez


En la búsqueda y persecución por todo lo mejor de la época, no podía faltar el moderno invento del sifón para servir el agua de seltz que en aquellos momentos era considerada medicinal y por supuesto de restringido acceso a la clase no pudiente que era la más.  El 5 de mayo de este año publiqué en el Faro de Vigo el artículo  “…Del agua de seltz al sifón” , en el que comentaba cómo en 1771 Joseph Priestley había ideado un sistema para producir el agua carbonatada y como Savarese en 1832 inventó la manera de fijar una válvula permanentemente sobre el cuello de las botellas, lo que hizo que se hiciese popular en toda Europa. A partir de ahí las principales fábricas de cristal de Europa, sobre todo en Bohemia, se esmeraron en producir magníficos envases de refinado relieve y colores extraordinarios.
Los colores más llamativos se lograban al añadir determinados minerales al vidrio en la fundición, como el cobalto, que da tonos azules, el uranio, que logra tonos amarillos-verdosos que reaccionan brillando ante la luz negra o el selenio, con el que se logra el color rosa que posee el sifón del Café Suizo  que hoy es protagonista. Por si todo esto fuera poco y para rizar el rizo, los maestros vidrieros de Bohemia idearon los “perlés” que son como unas pequeñas burbujas en espiral incrustadas en el mismo cristal, cuya realización estaba a cargo de maestros especializados que guardaban ésta técnica celosamente y sólo lo usaban en encargos muy especiales, sobre todo muy caros. Aún hay que añadir que el grabado del sifón se hacía al ácido, mediante una técnica muy difícil que estaba en manos de artistas grabadores de Paris que al final de cada grabado en el sifón firmaban la pieza. En el grabado se hace resaltar el escudo del Café Suizo  que elaboraba su propio seltz y la  FÁBRICA DE BEBIDAS GASEOSAS DEL CAFÉ SUIZO - Rua Nueva 18 – SANTIAGO, y por supuesto a un lado del grabado en la parte inferior, la firma del autor C Chounard – París.
Esta joya ha quedado como testigo de una época, en la que Ruth Matilda Anderson, Hernest Hemingway, Montero Ríos, Edith Wharton, Torrente Ballester… y lo más granado de ésas épocas lo acariciaron con sus manos e hizo que el destino recordara una época y unas personas que en mayor o menor medida lograron la Galicia que estamos disfrutando.

Ernest Hemingway con un sifón en la mano (Presumiblemente de la marca Odériz, de Pamplona). Fotografía propiedad de Julio Oubiña, de la exposición sobre Hemingway en Pamplona.

“El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad.”
Ernest Miller Hemingway

Miguel Ángel Martínez Coello